viernes, 5 de septiembre de 2008

Caracoles Blancos, Caracoles Negros

Caracoles Blancos

Los niños juegan
bajo los álamos.

El río viejecito
va muy despacio
sentándose en las sillas
verdes de los remansos.
mi niño ¿dónde está?
Quiere ser un caballo.
¡Tilín! ¡tilín! Mi niño
¡que loquillo! cantando

quiere salirse de
mi corazón cerrado.

Caracolitos chicos
caracoles blancos.

Caracoles Negros
Los niños sentados
escuchan un cuento.
El río traía
coronas de vientos
y una gran serpiente
desde un tronco viejo
miraba las nubes
redondas del cielo.
Niño mio, chico,
¿dónde estás? Te siento
en el corazón
¡y no es de verdad! Lejos
esperas que yo saque
tu alma del silencio.
Caracoles grandes
caracoles negros.
Federico García Lorca; 1927; Caracoles Blancos, Caracoles Negros

lunes, 14 de julio de 2008

Ceremonia Secreta

La señorita Leonides entró en el Santísimo Sacramento, oyó (ay, distraídamente) misa, volvió a salir, desde el atrio espió los alrededores, no vio a la muchacha de luto (la muchacha de luto estaba dentro del tempo, de pie entre dos confesionarios, en un rincón penumbroso), descendió a la calle y tomó por San Martín hacia el Norte.
Atravesar la plaza le acarreó dos disgustos. El primero: aquella pareja. ¿Cómo es posible tener deseos de abrazarse y besarse en una plaza, a las ocho de la mañana? Pasó frente a ese triste espectáculo haciendo como que no lo veía. Pero oyó. Oyó la risa de la mujer. La señorita Leonides apretó los labios. Arrastrada. Arrastrada. Arrastradarrastradarrastrada.
El segundo disgusto: los muchachones. No hay, en todo el universo de galaxias y nebulosas, nada tan temible como una horda de muchachones. No se sabe cómo se forman, de dónde provienen, pero allí están, más unidos que los bulbos de una raíz, enredados en un intrincamiento de palabrotas y ademanes obsenos, adheridos unos a otros en una sola masa coralígena. Mírenlos. Se saludan a zarpazos. Casi no hablan. Se entienden con risitas, con guiños, con fórmulas en clave. Adoptan un aire sigiloso y taimado como si estuvieran tramando quién sabe qué complot. Y si una mujer pasa junto a ellos, todos la miran, ya torvamente, ya con arrogancia, como si le conocieran algún secreto y la amenazaran con divulgarlo. Pero nunca son más feroces que cuando están instalados en sus esquinas como en un aduar. Hay que ser mujer y atravesar ese campo minado para saber lo que es el ludibrio y vejamen del sexo. Créanle a la señorita Leonides.
Y bien; su ojo de lince le descubrió desde lejos el peligro. Una banda de muchachones venía a su encuentro. La señorita Leonides dio media vuelta por donde había venido. Tuvo que pasar otra vez frente a la pareja (y la mujer, otra vez se rió provocativamente. "Me gustaría verte muerta", pensó la señorita Leonides), tuvo que bajar escalones, subir escalones, caminar varias cuadras de más. Pero todo es preferible.

en Ceremonia Secreta, Marco Denevi, 1960

12

Se miran, se presienten, se desean,
se acarician, se besan, se desnudan,
se respiran, se acuestan, se olfatean,
se penetran, se chupan, se demudan,
se adormecen, despiertan, se iluminan,
se codician, se palpan, se fascinan,
se mastican, se gustan, se babean,
se confunden, se acoplan, se disgregan,
se aletargan, fallecen, se reintegran,
se distienden, se encarnan, se menean,
se retuercen, se estiran, se caldean,
se estrangulan, se aprietan, se estremecen,
se tantean, se juntan, desfallecen,
se repelen, se enervan, se apetecen,
se acometen, se enlazan, se entrechocan,
se agazapan, se apresan, se dislocan,
se perforan, se incrustan, se acribillan,
se remachan, se injertan, se atornillan,
se demayan, reviven, resplandecen,
se contemplan, se inflaman, se enloquecen,
se derriten, se sueldan, se calcinan,
se desgarran, se muerden, se asesinan,
resucitan, se buscan, se refriegan,
se rehúyen, se evaden y se entregan.

en Espantapájaros, Oliveiro Girondo, 1932

miércoles, 2 de julio de 2008

Ova Completa*

Filosofía significa 'vilolación de un ser viviente'
Viene del griego filoso, 'que corta mucho'
y fía, 3ª persona del vervo fiar, que quiere decir
'confiar' y también 'dar sin cobrar ad referendum'.
Ejercen esta actividad los llamados friends
o "Cofradía de los Sonrientes"
los fiadores -desde luego-,
los que de veras tienen la manija y los que creen tenerla
en la descomunal mezquita de Oj-Alá

Una vez consumada la filosofía
se hacen presentes por orden de aparición:

la taquería el comisario el juez de la causa
el forense el abogado de oficio el reportero gráfico
el secreto de sumario Max Scheler una familia vecina
un psiquiatra dos guardias

Ya adentro, hay:

1 que perdió entreambas gambas 1 sacerdote
1 indiferente 1 sádico 1 calcomaníaco de Racing
1 (UN) ejemplar del Erasmo Ilustrado para Niños

Ya más,
ya bien adentro:

el recuerdo de una frase famosa el olvido de esa
frase famosa al que sigue el olvido de todo lo
famoso y lo que no no lo es salvo tu culo

Filosofía significa 'violación de un ser viviente'

cuando tu pena es condenada 26 años después
retomás su ejercicio o te lo ejercen

de Susana Thénon, Ova Completa, 1987

* OVA: sustantivo plural neutro latino. Literalmente: huevos.
COMPLETA: participio pasivo plural neutro latino en concordancia con huevos. Literalmente: colmados. Variantes posibles: rellenos, repletos, rebosantes, henchidos.

viernes, 4 de abril de 2008

Hombre Pequeñito

Hombre pequeñito, hombre pequeñito,
Suelta a tu canario que quiere volar...
Yo soy el canario, hombre pequeñito,
Déjame saltar.

Estuve en tu jaula, hombre pequeñito,
Hombre pequeñito que jaula me das.
Digo pequeñito porque no me entiendes,
Ni me entenderás.

Tampoco te entiendo, pero mientras tanto
Ábreme la jaula que quiero escapar;
Hombre pequeñito, te amé media hora,
No me pidas más.


de Alfonsina Storni, Irremediablemente, 1919



miércoles, 6 de febrero de 2008

Dedicado al Sr Rosset

Este va a ser el post menos literario de mi vida. Simplemente quiero dedicarselo a la persona que más paciencia me ha tenido estos últimos cortos seis meses. Aunque ya sabemos que nuestra boda es imposible porque me abandonarías para irte a Japón (porque no soportarías estar en Buenos Aires conmigo... eso es claro) me aguantás como si fueses mi marido. Y quería decirte que estoy muy contenta de que me hallas enseñado quienes eran Almendra, Manal y Sui Generis (aunque convengamos que de Sui Generis ya sabía un poco...), también me di cuenta de que me hubiese gustado que fueramos a ver a Giovanni y los de Plástico (no me acuerdo si era plástico o goma). Te la pasaste hablando mucho rato de The Other Side of the Moon aunque no hay forma de convencerte de que la única canción que conozco es Money. En este tiempo te cortaste el pelo como Sting y después te lo volviste a cortar normal :( Te expliqué matemática aunque jamás entendí si entendiste... porque los raros del ISER prefieren escribir cuentos a hacer cuentas (damn! yo tendría que haber ido ahi). También te moriste de frío toodo un sábado a la tarde por mi culpa y me escuchaste hablar demasiado de Fabio Posca... demasiado demasiado. Tratás de que entienda todas las cosas que me causan rabia y no entiendo... aunque a veces ni vos las entendés del todo. Tuve que lidiar no solo con el Sr Rosset sino también con otros como el original, el padrino (también conocido como periodista mafioso), el Colonel (que es quichicientas veces mas lindo como lo dibujo yo) y tu cerebro delirante al que me parece que jamás le voy a caer del todo bien. Te "enamoraste!" te desenamoraste más tarde y encima sacaste los subnicks lindos que solías tener en el messenger por poner ese de Don Barredora que no me gusta. Como estabas aburrido abriste como mil blogs en vez de ir al gimnasio como te dije yo. Es muy bueno que no nos vayamos a casar nunca... porque - como me dijiste mil veces - no sos gay ni tampoco un suicida (aparte seamos realistas... no te soportaría) y sos lo suficientemente bueno conmigo como para ayudarme a pensar nombres para este blog y dejar que sea yo la que elija los logos de los tuyos. Rompí la maldición, critiqué a Alejandro Dolina y hable con vos del último recital de Soda. Y como no tengo foto con vos porque jamás en la vida nos sacamos (y si alguna vez nos sacamos está de más decir que la perdí) puse el meego del Sr Rosset y de la Princesa... que se llevan mucho mejor que nosotros dos.

lunes, 4 de febrero de 2008

El Laburito

cuento completo

Era temprano esa mañana de otoño. Juan se levantó a regañadientes. Llovía a cántaros desde la noche anterior. Sus ojos grises dieron un vistazo rápido hacia la ventana. Se levantó muy despacio y se dirigió al baño a paso de tortuga. Al salir de la galería sintió que el granizo que caía sobre los muebles del jardín que había comprado la semana anterior. Entró en el baño. Mientras se lavaba la cara pensaba en su posición actual, que no era la mejor.
Si me hubiera quedado con mis viejos... al vez hubiera seguido la universidad. Hubiera sido abogado o algo asi. No hubiera terminado como ahora, viviendo dónde el diablo perdió el poncho, en una casa más vieja que la humedad... bueno, tal vez sean de la misma época; se hicieron amigos y por más obrero que vega no se van a separar...
Se dirigió a la cocina, quería tomarse un café con leche o algo así. Sonó el telefono, él atendió.
- Hola... si...
- Pibe, te conseguí un trabajito, sabés... - dijo áspera la voz en el teléfono
- Para flaco... ¿Así de la nada me decís esto?
- No te podés abrir así como así, no te vamos a tratar como a un rey, es tu laburo y tenés que hacerlo.
- ¿Cuándo? - ahí se dio cuenta de cuanto detestaba su trabajo.
- Hoy a las tres de la tarde.
Las cartas estaban echadas.
Juan colgó el teléfono. Se cambió en un santiamén, tratando de seguir al pie de la letra las instrucciones que su jefe le daba siempre.
Se sentó en el living, viendo llover. De repente un ruido le partió la cabeza en dos. El reloj indicaba que ya era la hora de salir. Al poco tiempo llegó al lugar pactado. Allí estaba el sujeto ¿Quién sería? Se acercó despacio y le dió la peor golpiza que el hombre podría haber tenido. Finalmente tomó un cuchillo y lo mató a sangre fría. De pronto escuchó voces. Salió corriendo.
- ¡Uy! ¡Dios mio! ¡Está muerto! - dijo un hombre tan anonimo como el muerto
¿Qué querés que haga? Este es mi laburo macho... pensó Juan mientras caminaba por la calle desolada que lo llevaría nuevamente a un lugar seguro.

invierno de 2002.-

domingo, 3 de febrero de 2008

¿Qué Diría?

¿Qué diría la gente, recortada y vacía,
Si en un día fortuito, por ultra fantasía,
Me tiñera el cabello de plateado y violeta,
Usara peplo griego, cambiara la peineta
Por cintillo de flores: miostis o jazmines,
Cantara por las calles al compás de violines,
O dijera mis versos recorriendo las plazas
Libertado mi gusto de vulgares mordazas?

¿Irían a mirarme cubriendo las aceras?
¿Me quemarían como quemaron hechiceras?
¿Campanas tocarían para llamar a misa?

En verdad que pensarlo me da un poco de risa.

Alfonsina Storni, El Dulce Daño, 1918

El Almohadón de Plumas

cuento completo

Su luna de miel fue un largo escalofrío. Rubia, angelical y tímida, el carácter duro de su marido heló sus soñadas niñerías de novia. Ella lo quería mucho, sin embargo, aunque a veces con un ligero estremecimiento cuando volviendo de noche juntos por la calle, echaba una furtiva mirada a la alta estatura de Jordán, mudo desde hacía una hora. Él, por una parte, la amaba profundamente, sin darlo a conocer.
Durante tres meses - se habían casado en abril - vivieron una dicha especial. Sin duda hubiera ella deseado menos severidad en ese rigido cielo de amor; más expansiva e incauta ternura; pero el impasible semblante de su marido la contenía siempre.
La casa en la que vivían influía no poco en sus estremecimientos. La blancura del patio silencioso - frisos, columnas y estatuas de mármol - producía una otoñal impresión de palacio encantado. Dentro, el brillo glacial del estuco, sin el más leve rasguño en las altas paredes, afirmaba aquella senación de desapacible frío. Al cruzar de una pieza a otra, los pasos hallaban eco en toda la casa, como si un largo abandono hubiera sensibilizado su resonancia.
En ese extraño nido de amor, Alicia pasó todo el otoño. Había concluido, no obstante, por echar un velo sobre sus antiguos sueños, y aún vivía dormida en la casa hostil sin querer pensar en nada hasta que llegaba su marido.
No es raro que adelgazara. Tuvo un ligero ataque de influenza, que se arrastró insidiosamente días y días; Alicia no se reponía nunca. Al fin, una tarde pudo salir al jardín apoyada en el brazo de su marido. Miraba indiferente a uno y otro lado. De pronto, Jordán, con honda ternura, le pasó muy lento la mano por la cabeza, y Alicia rompió en seguida en sollozos echandole los brazos al cuello. Lloró largamente, todo su espanto callado, redoblando el llanto a la más leve caricia de Jordán. Luego los sollozos fueron retardándose y aún quedó largo rato escondida en su cuello, sin moverse ni pronunciar una palabra.
Fue ese el último día que Alicia estuvo levantada. Al día siguiente, aparecio desvanecida. El médico de Jordán la examinó con suma atención, ordenándole calma y descanzo absolutos.
- No sé - le dijo a Jordán en la puerta de calle -. Tiene una gran debilidad que no me explico. Y sin vómitos, nada... Si mañana se despierta como hoy, llamame en seguida.
Al día siguiente, Alicia amanecía peor. Hubo consulta. Constatóse una anemia de marcha agudísima, del todo inexplicable. Alicia no tuvo más desmayos, pero se iba visiblemente a la muerte. Todo el día el dormitorio estaba con las luces encendidas y en pleno silencio. Pasabámos horas sin que se oyera el menor ruido. Alicia dormitaba, Jordán vivía casi en la sala. También con toda la luz encendida. Paseábase sin cesar de un extremo a otro, con incansable obstinación. La alfombra ahogaba sus pasos. A ratos entraba en el dormitorio y proseguía su mudo vaivén a lo largo de la cama, deteniendose un instante en cada extremo a mirar a su mujer.
Pronto Alicia comenzó a tener alucinaciones, confusas y flotantes al principio, y que descendieron luego al ras del suelo. La jóven, con ojos desmesuradamente abiertos, no hacía sino mirar la alfombra a uno y otro lado del respaldo de la cama. Una noche quedó de repente con los ojos fijos. Al rato abrió la boca para gritar, y sus narices y labios se perlaron de sudor.
- ¡Jordán! ¡Jordán! - clamó, rigida de espanto, sin dejar de mirar la alfombra.
Jordán corrió al dormitorio y al verlo aparecer, Alicia lanzó un alarido de horror.
- ¡Soy yo, Alicia, soy yo! -
Alicia lo miró con extravío, miró la alfombra, volvió a mirarlo, y después de largo rato de estupefacta confrontación, volvió en si. Sonrió y tomo entre las suyas la mano de su marido, acariciandola por media hora, temblando.
Entre sus alucinaciones más porfiadas, hubo un antropoide apoyado en la alfombra sobre los dedos, que tenía fijos en ella los ojos.
Los médicos volvieron inútilmente. Había allí delante de ellos una vida que se acababa, desangrandose día tras día, hora tras hora, sin saber absolutamente cómo. En la última consulta, Alicia yacía en estupor mientras ellos la pulsaban, pasandose de uno a otro la muñeca inerte. La observaron largo rato en silencio, y siguieron al comedor.
- Pst... - se encogió de hombros desalentado el médico de cabecera. Es un caso inexplicable... Poco hay que hacer...
- ¡Sólo eso me faltaba! - resopló Jordán. Y tamborileó bruscamente sobre la mesa.
Alicia fue extinguiendose en subdelirio de anemia, agravado de tarde, pero que remitía siempre en las primeras horas. Durante el día, no avanzaba su enfermedad pero cada mañana amanecía lívida, en síncope casi. Parecía que unicamente de noche se le fuera la vida en nuevas oleadas de sangre. Tenía siempre al despertar la sensación de estar desplomada en la cama con un millón de kilos encima. Desde el tercer día éste hundimiento no la abandonó más. Apenas podía mover la cabeza. No quiso que le tocaran la cama, no aún que le arreglaran el almohadón. Sus terrores crepusculares avanzaban ahora en forma de monstruos que se arrastraban hasta la cama y trepaban dificultosamente por la colcha.
Perdió luego el conocimiento. Los dos días finales deliró sin cesar a media voz. Las luces continuaban fúnebremente encendidas en el dormitorio y en la sala. En el silencio agónico de la casa, no se oía mas que el delirio monotono que salia de la cama, y el sordo retumbo de los eternos pasos de Jordán.
Alicia murió por fin. La sirvienta cuando entró después a deshacer la cama, sola ya, miró un rato extrañada el almohadón.
- ¡Señor! - llamó a Jordán en voz baja - en el almohadón hay manchas que parecen de sangre.
Jordán se acercó rápidamente y se dobló sobre áquel. En efecto, sobre la funda, a ambos lados del hueco que había dejado la cabeza de Alicia se veían manchitas oscuras.
- Parecen picaduras - murmuró la sirvienta, después de un rato de inmóvil observación.
- Levántelo a la luz - le dijo Jordán.
La sirvienta lo levantó pero en seguida lo dejó caer, y se quedó mirando a áquel, líbida y temblando. Sin saber porqué, Jordán sintió que los cabellos se le erizaban.
- ¿Qué hay? - murmuró con la voz ronca.
- Pesa mucho - articuló la sirvienta, sin dejar de temblar.
Jordán lo levantó, pesaba extraordinariamente. Salieron con él, y sobre la mesa del comedor Jordán cortó funda y envoltura de un tajo. Las plumas superiores volaron, y la sirvienta dió un grito de horror con toda la boca abierta, llevandose las manos crispadas a los bandós. Sobre el fondo, entre las plumas, moviendose lentamente las patas velludas, había un animal monstruoso, una bola viviente y viscosa. Estaba tan hinchado, que apenas se le pronunciaba la boca.
Noche tras noche, desde que Alicia había caído en cama, había aplicado sigilosamente su boca - su trompa, mejor dicho - a la sienes de áquella, chupandole la sangre. La picadura era casi imperceptible. La remosión diaria del almohadón, sin duda, había impedido al principio su desarrollo; pero desde que la jóven no pudo moverse la succión fue vertiginosa. En cinco días, en cinco noches, había el monstruo vaciado a Alicia.
Estos parasitos de las aves diminutos en el medio habitual, llegan a adquirir en ciertas condiciones proporciones erormes. La sangre humana parece serles particularmente favorables, y no es raro hallarlos en los almohadones de pluma.

en Cuentos de Amor, de Locura y de Muerte, Horacio Quiroga, 1917

viernes, 1 de febrero de 2008

hospital.

Natalia no pensaba; permanecía callada, ausente, como una autista. Escuchó una voz, alzó la vista y vió al hombre que la había llevado al hospital, su novio de turno.
- Bueno linda, me voy a tener que ir... pasé mucho tiempo acá ya. Tengo que ir a mi casa, creo que mi mujer empieza a sospechar que tengo una amante y sería una vergüenza para el country. Cuando salgas de acá llamame y nos vemos si querés.
- Llamá a mi hija... yo tengo una hija.- Él ya no estaba más, se había ido, como se habían ido todos hasta ahora.
- ¿Tenés una hija? Yo también tengo una, una bebita hermosa...
Natalia corrió su cabeza para ver de dónde venía la voz, era de la jovencita que estaba a su derecha. Morocha, de cabello largo, tez oscura, razgos gitanos. Ella la vió allí, luchando por cada bocanada de aire, moviendo vigorosamente su pecho. A pesar de todo el dolor que estaría sintiendo había una sonrisa dibujada en su rostro al hablar de su hija.
- ¿La buscaste? Digo... ¿buscaste quedar embarazada de tu hija? - preguntó Natalia.
- Sí, pero como la tuve muy jóven hubo un cambio hormonal muy importante en mi, por eso se me generó el asma. Igual no me importa, por lo menos tengo a mi linda bebita conmigo.
- ¿Cómo se llama la nena?
- Perla... ¿La suya?
- Dalila. Se llama Dalila. Como la bella filistea que enamoró a Sansón.
La gitana le sonrió, no conocía las historias de la Biblia. A ella tampoco le importaban demasiado aquellas, pero por algún extraño motivo alguien le había demostrado de pequeña que una mujer que sepa utilizar bien sus armas puede dominar hasta el hombre más fuerte. Ella nunca pudo retener a ninguno de todos los hombres a los que amó, por eso, como un pequeño acto de amor le dio a su hija el nombre de la mujer mas seductora de la Biblia, esperando que ella tuviese un poco más de suerte en el amor.

Paranoia

"Podía suceder, en cambio, que ella tuviera un amigo que a su vez fuese amigo mío. En ese caso bastaría con una simple presentación. Encandilado con la desagradable luz de la timidez, me eché gozosamente en brazos de esa posibilidad. ¡Una simple presentación!¡Qué fácil se volvía todo, qué amable! El encandilamiento me impidió ver inmediatamente lo absurdo de semejante idea. No pensé en aquél momento que encontrar a un amigo suyo era tan difícil como encontrar un amigo sin saber quién era ella. Pero si sabía quien era ella, ¿para qué recurrir a un tercero? Quedaba, es cierto, la pequeña ventaja de la presentación, que yo no desdeñaba. Pero, evidentemente, el problema básico era hallarla a ella y luego, en todo caso, buscar a un amigo común para que nos presentara.
Quedaba el camino inverso: ver si alguno de mis amigos era, por azar, amigo de ella. Y eso sí podía hacerse sin hallarla previamente, pues bastaría con interrogar a cada uno de mis conocidos acerca de una muchacha de tal estatura y de pelo así y así. Todo esto, sin embargo, me pareció una especie de frivolidad y lo deseché: me avergonzó el solo imaginar que hacía preguntas de esa naturaleza a gentes como Mapelli o Lartigue."

Ernesto Sábato, El Túnel, 1948

lunes, 28 de enero de 2008

Trece Lineas Para Vivir

Si bien no es un cuento o un fragmento de uno... son trece cosas que siempre tendríamos que tener en cuenta y que lo mas probable es que hallan leído porque por lo menos vi tres mails con ellas. Bueno... no queda más que leerlas, son del espectaculár Gabriel García Márquez (con nombre y apellido como sus personajes) asique no hay forma de que no sean sabias...

1. Te quiero no por quien eres, sino por quién soy cuando estoy contigo.

2. Ninguna persona merece tus lágrimas, y quién las merezca no te hará llorar.

3. Sólo porque alguien no te ame como tu quieres no significa que no te ame con todo su ser.

4. Un verdadero amigo es quien te toma de la mano y te toca el corazón.

5. La peor forma de extrañar a alguien es estar a su lado y saber que nunca lo podrás tener.

6. Nunca dejes de sonreir, ni siquiera cuando estés triste, porque nunca sabes quién se puede enamorar de tu sonrisa.

7. Puedes ser solamente una persona en el mundo, pero para una persona tú eres el mundo.

8. No pases el tiempo con alguien que no este dispuesto a pasarlo contigo.

9. Quizá Dios quiera que conozcas a mucha gente equivocada antes de que conozcas a la persona adecuada, paraque cuando al fin la conozcas estés agradecido.

10. No llores porque terminó, sonríe porque sucedio.

11. Siempre habrá gente que te lastime, asi que lo que tienes que hacer es seguir confiando y sólo ser más cuidadoso en quién confías dos veces.

12. Conviértete en una mejor persona y aseguráte de quién eres antes de conocer a alguien más y esa persona sepa quien eres.

13. No te esfuerces tanto, las mejores cosas suceden cuando menos te las esperas.

martes, 15 de enero de 2008

Perfecciones

Por momentos Matea se preguntaba cómo sería no ser perfecta. Pensaba si realmente todos creían que era perfecta porque realmente lo era. El mundo la amaba, no había quien tuviese algo de indiferencia para la pobre Matea. Los que no la amaban, la envidiaban, por ser simplemente la que todos quieren ser.
Ella era bellisima, sus ojos eran grandes y verde brillante como dos gemas recién lustradas, su nariz respingada concordaba con sus femeninos labios y su cara de muñeca de porcelana. Su largo cabello negro caía en ordenados y abundantes bucles sobre su espalda. Su delgada cintura daba lugar a dos largas y estructuradas piernas que cada vez que caminaban parecían estar bailando una compleja figura de tango.
Su inteligencia era superior a la de cualquier persona de su edad y no había tema alguno del cual no pudiera discutir. Era sorpresivamente ironica y de un humor delicadísimo. Honesta y sencilla, jamás discriminaba y sus modales eran impecables.
Sin embargo hay algo que me olvido cuando les hablo de Matea, algo que la atormentaba y hacía a su gracia y belleza nulas, a su inteligencia inútil y a su perspicacia inservible. Matea estaba completamente sola. Bah, sola es solamente una forma de decir.
Tanto tiempo le llevaba su perfección a Matea, tanta atención a los pequeños detalles, tanto afán en mostrarse felíz ante los demás, que olvidó de ser feliz en serio, no en forma figurada...